Cuando se apagan las luces y se recoge la alfombra roja; cuando desaparece el glamour de las estrellas en las galas retransmitidas con expectación por profesionales y millones de espectadores, los miles de profesionales que trabajan detrás de cada producción audiovisual vuelven a un trabajo tan anónimo como brillante y, a juzgar por las opiniones que se escuchan en la industria, a un sector que goza de una salud envidiable y de un futuro prometedor. Detrás de los Goya, por ejemplo, y del éxito de producciones españolas como La sociedad de la nieve o Robot Dreams, destaca el esfuerzo de multitud de profesionales técnicos, de gestión y de dirección: guionistas, productores, animadores, modeladores, riggers, directores de arte, de fotografía, de sonido, de vestuario, maquillaje e incluso branded content, porque la publicidad también está girando hacia la producción de películas pequeñas o grandes, como es el caso de Barbie.
Se estima que la producción audiovisual en España va a experimentar un crecimiento del 30 % a lo largo de los próximos cinco años, y ello conllevará una demanda generalizada de perfiles profesionales, potenciada también por el desarrollo de las plataformas de streaming como Netflix y de nuevos canales de creación de contenido. La buena salud del sector se basa, claro, en el talento, pero también en la confluencia de una serie de circunstancias externas: “El Plan de Impulso al Sector Audiovisual, que nos va a dotar de 1.600 millones de euros en el periodo 2021-2025 para producciones audiovisuales, está siendo una inyección de capital importantísima para toda la industria, no solo al cine sino también a la producción de series”, explica Rodrigo Mesonero, vicedecano de Contenidos en The Core School, en Madrid. A ello hay que añadirle los importantes incentivos fiscales que han facilitado la creación de hubs de contenidos en lugares como Canarias, Madrid (con Madrid Content City) o el País Vasco.
“Donde hay más trabajo, a priori, es en los puestos más técnicos y especializados. En una peli solo hay un directo, y el resto de personas (80, 100, 200, según el tamaño) son operadores de un utensilio determinado, especialistas en un software, en maquillaje… Se está pidiendo mucha especialización”, añade Javier Vidaurreta, vicedecano de Tecnologías Audiovisuales en The Core School. “Nunca ha estado mejor, nunca ha habido más curro y nunca se han necesitado tantos perfiles; hay mucha cabida para profesionales junior y nunca se ha hecho tanta producción”, añade Abraham López Guerrero. Él es director del área de Animación en U-Tad y ganador de un Goya al mejor cortometraje de animación (Blue & Malone: Casos imposibles, 2021). “Cuando yo empecé, se hacían tres pelis de animación al año en Europa, y cinco o seis gordas de efectos especiales. Pero ahora, ¿cuántas se hacen? ¿20 en España, en un año? La progresión es brutal”.
El panorama es positivo pero, según López Guerrero, queda mucho margen de mejora “en cuanto a, por ejemplo, que haya más continuidad y que los animadores no estén eternamente condenados a ser nómadas; que no haya tanta diferencia entre unas producciones y otras; que haya más garantías sociales; que el sector y los artistas estén más protegidos… Queda mucho por hacer, pero es cierto que se ha avanzado mucho”. Su sensación, no obstante, es que faltan perfiles, “y te pongo ejemplos concretos: mi problema con Dragonkeeper [del que es director de animación] no ha sido tanto encontrar talento, sino conseguir retenerlo hasta el final, porque se me iban a otros estudios. El máster de Layout y Previs (previsualización), por ejemplo, que es como el boceto de la película, sobre el que se toman decisiones, está muy enfocado a una necesidad del sector, porque no hay profesionales disponibles”.
Un equipo al servicio de la narrativa
Quienes trabajan formando a los futuros profesionales del sector (en muchos casos, profesionales ellos mismos) destacan el hecho de que una producción audiovisual es una labor de equipo que depende del trabajo conjunto de muchas personas y departamentos: si uno falla, la producción no funciona.
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