La paradójica realidad actual de Paula Badosa le conduce hacia un doble extremo: está feliz en Melbourne, donde vuelve a pisar un grande después de medio año de ausencia, y al mismo tiempo tuerce el gesto durante el encuentro con los enviados especiales porque en los dos últimos años han venido mal dadas y aquello que tenía entre las manos, algo así parecido a la gloria, se le ha terminado escurriendo entre los dedos y, dice, duele. Duele mucho. Hoy por hoy, no se reconoce.
“He tenido momentos de bajón, pero como estaba fuera de la competición no he visto tanto tenis. He desconectado y no he visto a las jugadoras… Pero ahora me veo en el club, yendo a competir, y me gustaría no estar donde estoy. Mentalmente me cuesta asimilarlo. Soy una persona competitiva y orgullosa, así que no lo paso bien en esta situación”, cuenta mientras la última actualización del listado le sitúa como la número 100 del circuito. Y hace no tanto, mediados de 2022, era la dos. Previamente había ganado Indian Wells y soñaba con un gran pelotazo en un Grand Slam, hasta que llegaron las lesiones. La última, una fractura vertebral por estrés en la L4, mayo del curso pasado, Roma, hizo trizas todos sus planes. Seis meses de parón, varios amagos de retorno frustrados –Wimbledon, la gira norteamericana sobre cemento y la Billie Jean King Cup con España– y sobre todo dudas, muchas dudas.
“El momento de más bajón es ahora”, explica la catalana, de 26 años y que debutará este lunes (hacia las 8.30, Eurosport) contra Taylor Townsend (73ª). “Me gusta estar de vuelta en los grandes escenarios y mi espalda está curada, pero necesito tiempo para encontrar mi nivel, para estar al cien por cien. Esto es un proceso y vengo de estar siete meses en un sofá; sé que costará tiempo para llegar a mi mejor nivel. Pero como me he visto al nivel más alto”, precisa, “me cuesta aceptar verme a este nivel. Cuando estás en una situación así, no tienes otra opción que seguir luchando para alcanzar el objetivo”.
La espalda parece haberle concedido ahora una tregua, aunque la amenaza siempre estará ahí. “Es una lesión medio crónica”, comentaba a este periódico en noviembre, durante un encuentro en Sevilla. En cualquier caso, lo que de verdad le inquieta ahora a Badosa es recuperar el espacio perdido y regresar hacia el espacio que un día ocupó contra viento y marea. Después de ganar el Roland Garros júnior (2015) y de superar una depresión, la tenista alcanzó su punto álgido de juego y se situó en la primera línea. “Todo lo que he sufrido me ha hecho ser quien soy”, señalaba tras el éxito de 2021 en Indian Wells. Ascendió al podio mundial, pero luego se descomprimió. ¿La razón?
“Lo que más me preocupa es el físico, el tenis siempre está ahí. Estaba ahí antes de estar en el número dos del mundo y está ahora que estoy la 74 [ahora ya la 100]. El tenis siempre está, lo que más me preocupa es cómo lo manejo mentalmente y cómo estoy físicamente. Al 2024 le pido no tener una lesión y estar sana; cuando mentalmente estoy bien y no hay lesiones, sé que mi nivel de tenis es bastante bueno”, prosigue, sabiendo que la remontada no es tarea nada sencilla, teniendo en cuenta que no ha podido competir durante más de medio año y que debe recuperar el ritmo a marchas forzadas. Se perdió Australia por el muslo y París por la espalda, y en Wimbledon apenas resistió un partido. Nueva York también desapareció de la ruta. Volvió con buenas sensaciones en la antesala de este Open de Australia, en Adelaida, pero el duelo con la estadounidense Bernarda Pera se le hizo demasiado largo.
“Me voy a enfrentar a jugadoras que no han parado y sé que me va a costar partidos encontrar ese ritmo. Voy a trabajar para tenerlo lo antes posible. Ojalá sea aquí”, desea sin saber cuál será la longitud del camino de regreso, o si conseguirá reinstalarse en la zona noble de un circuito que ha perfilado un núcleo sólido de competidoras en el ático. “Ni yo lo sé, yo también me lo pregunto. Pero tienes que seguir luchando para llegar a ese objetivo. Tendré días mejores y días peores, pero no me agrada verme así. No me queda otra que aceptarlo”.
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